sábado, 19 de marzo de 2016

EL PADRE DE LA CRIATURA


Siempre quiso escribir con la maestría propia de aquel que escribe sin saber de lo que escribe, o mejor aún, escribir con el dominio propio de aquellos que escriben sin decir nada, de aquellos que se recrean en la insignificancia absoluta del verbo con la única condición, eso sí, de que el verbo en cuestión suene lindo. Siempre soñó, en fin, con escribir una gran obra donde pudiera mostrar en crudo y sin aderezo alguno la profundidad de su locura. En ese sueño acontecía que una novela, la novela del siglo, le elegía a él como sumo hacedor para que fuera él y no cualquier otro el padre de la criatura, dejando de esta forma manifiestamente claro que es la obra la que hace al creador.

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