jueves, 10 de marzo de 2016

NATURALIDAD


La transparente profundidad de sus ojos azules los convertía en objetivo predilecto de los espejismos y los cuervos que, áridos unos y cargados de humedad los otros, abundaban por esas tierra. Para complicar más las cosas conviene reconocer que bullían en su cabeza un sinfín de martinetes y sones de los que nadie sabía decir a ciencia cierta de dónde procedían y cómo habían llegado a él. Con todo y eso, se le podía ver trajinar por los ejidos y las huertas –los mismos que de mañana aparecían repletos de sol y a la hora de la siesta se tornaban turbios- investido de una naturalidad extraordinaria.

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