Así como la Tierra persevera en su trajín elíptico alrededor del
Sol, así se esforzaba él por permanecer en este mundo. De hecho, podía darse la
circunstancias de despertar perfectamente ubicado y consciente en mundos por
completo desconocidos. Otros días, sin embargo, las coordenadas terráqueas
resultaban inconfundibles. Hoy, sin ir más lejos, la primavera se asomó a su
olfato golpeando con ímpetu. Nada era fútil en este renacer de la vida, ni en
la forma que tenía de llenar todos los resquicios del tiempo y el espacio de
una merecida calidez.
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