jueves, 31 de marzo de 2016

ENTRE SUICIDIO Y SUICIDIO


Caminaba con los ojos cerrados y espíritu de venganza, de ahí que se asesinara a cada paso. Entre suicidio y suicidio santificaba las piedras de su riñón mientras extraviaba por enésima vez, rodilla en tierra, los restos de una inocencia que nunca tuvo. Y con esto queda dicho todo lo que deben saber sobre la forma en que madrugaba sus odios. Así las cosas, sólo el apocalipsis cotidiano de las magdalenas sumergidas en el café con leche mantenía viva la esperanza de una redención que se le antojaba, cada día que pasaba, más incierta.

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