domingo, 6 de marzo de 2016

LA SONRISA


Variaban las palabras, se transformaban las formas del quejido, pero el lamento siempre era el mismo. No era de extrañar que, así las cosas, su rostro adquiera extraños tintes verdosos, y que ninguna de las pomadas y pastillas que le recetaban lograran poner fin a semejante calvario. Empezó a ensayar frente al espejo variadas formas de risitas y muecas, pero nada: refinadas y sutiles, una luna tras otra cruzaba sin prisas el cielo, pero la auténtica sonrisa seguía sin aparecer.

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