lunes, 25 de mayo de 2009

ESTABA ALLÍ

A mitad de camino entre el desprecio y la admiración, su mirada no terminaba de hacerse cargo de la tensión poética que irradiaba el misterioso lugar. El hechizo de aquel paraje, de tenerlo, le resultaba esquivo. Simplemente estaba allí y lo cierto es que estaba allí sin saber muy bien por qué estaba allí y lo que se supone que tenía que hacer además de estar en aquel allí. Según dice su madre que dice su padre, tenía una constitución especialmente predispuesta para la vivencia del drama en cualesquiera de sus múltiples variantes conocidas, razón por la cual vagaba por la vida con displicencia en medio de un silencio interior incómodo, en espera de algo que se supone debía suceder y que cuando sucedía rara vez traía consigo algo bueno. Sin que nadie se lo dijera, o al menos sin que recordara haberlo oído nunca en boca de nadie, el sabía por experiencia propia que tenía un don especial, un magnetismo fuera de lo común para atraer los problemas. Todo tipo de problemas. Pero eso era una verdad general y el seguía allí, en aquel lugar concreto sin saber lo que hacía además de dar vueltas y más vueltas alrededor de aquel seto. Claro que tantas veces desconectó de la realidad, ora por el hambre, ora por el alcohol, que su presencia buitrera en aquel trozo de tiesto abandonado y mugriento al que llamaban parque, tampoco le llamaba la atención lo más mínimo. El mero recuerdo de ciertos pasajes vividos se dejaba caer sobre sus sienes procurándole un dolor, una especie de runrún pero ya en tiempo de presente, que no lograba quitárselo de encima. Entonces le vino a la mente un dolor claro y distinto, y recordó aquella vez en la que estuvo a punto de decirla que la quería. Fue en un parque, cerca de un seto sucio y desalmado…

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