lunes, 18 de mayo de 2009

UN DÍA MÁS

Un día más, cosido a su yugo, trilla la noria el espacio conocido poniendo así sordina a un mundo que se le antoja por momentos desencuadernado y falto de gracia. Tanto en la alquería como en el manglar, las resquebrajadas páginas de la vida se escriben al ritmo de un monótono ir y venir que, a fuerza de repetitivo y agotador, termina supurando ciertos rescoldos de seguridad, muy de agradecer por todos aquellos que, hartitos de mal vivir, habitan al filo de lo imposible. Por la noche, en la enramada, el desfile de glóbulos enrojecidos es el preludio que da pie al desguace de las laceradas almas. El quinqué alumbra la estancia matando con inocencia los charcos de cielos reflejados que salpican aquí y allá el patio interior. Se sienta sobre el camastro para que sea el camastro y no él el que soporte el peso de su pecho. Mientras tanto, alguien vestido de añil parece columpiarse sobre un trapecio en lo más profundo de su ser, lanzando voces que apedrean sus oídos. No encuentra forma de desatrancar la pena. Las preces se estancan. Se quita las botas de agua acurrucándose pensativo sobre la manta: cuando todo oscurezca, se dice, un jazmín hecho profecía me servirá de conjuro ante tanta mierda acumulada y, un día más, saldré de ésta.

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