lunes, 21 de diciembre de 2009

CARTA A LA ATENCIÓN DE UNA PIEDRA ENAMORADA

Estimado mineral: Espero que al recibo de la presente te encuentres bien y que tus propiedades intensivas de pétrea sustancia, tan del agrado de la madre tierra, se mantengan intactas. Sé que eres materia, y tal cosa la sé no sólo por razones derivadas de la intersubjetividad de la medida, sino porque ocupas un lugar en el espacio; también sé que gustas de huir del carbono como otros huyen de la peste. La tierra amamantó tu estructura cristalina, y ya sea como agua petrificada o como sal de piedra, que todo es materia al fin, tienes por costumbre tropezar dos veces en la misma piedra, tirar la piedra y esconder la mano, y hasta quedarte de piedra, tan duro como una piedra, cada vez que coincides con esa piedra preciosa y labrada con pico, que es piedra picotada, que te remite a los dulces anhelos propios de las canteras donde surge el amor. Basta mirarte para saber que te mueres por esa fósil de amanita, negra, regular y esférica, tú, que no eres sino piedra tosca y perdida. Que sepas que te entiendo bien.

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