Quiso aprender rápido y preguntó para ello a su herida más antigua. Qué
sabes tú de todo esto? Yo lo sé todo, dijo la herida, pero no recuerdo nada.
Pregunta a la más vieja de entre las neuronas, ella sabrá decirte. Pero no dio
con ella. Nadie quería reconocerse como la más vieja de entre las neuronas y
las que tenían aspecto de serlo no recordaban lo suficiente como para confirmar
nada. Sabían de casi todo, de eso no cabía duda alguna, pero no sabían ni quien
ni dónde ni cuando empezó la historia que debían recordar. Ni que decir tiene
que con todo este barrullo su quietud se vio afectada, razón por la cual optó
por aprender despacio o, en su defecto, aprender menos, que tampoco pasa nada.
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