Fue como volver a ver. Y una vez visto, creyó el demiurgo en el misterio del ídolo construido con sus propias manos. Mito hijo de mito mitificado a su vez por un padre perezoso, este ser nacido en el sombrío nido de su conciencia se fue haciendo así mismo entre acto y acto, y en los entreactos se entretenía oficiando guerras y otorgando posesiones en el reino de los cielos. Entre la espada y el dogma, triste y abandonado a su suerte, supo encontrar en la vejez el olvido y, por ende, algo de paz.
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