Se
sentía una extensión de los hierbajos que proliferaban en el descampado. Salía
del portal y allí estaban, floreciendo o languideciendo en función de la
estación. Pensaba que dios creó los hierbajos por algún motivo. La mayoría de
los hierbajos no entendían de motivos y pasaban el tiempo como podían. Él se
entretenía pensando en el modo en el que los signos del lenguaje accedían a sus
sentido y, de ahí, se adentraban en su vida. Gracias a su doble condición de
alcohólico clandestino y de hierbajo, fundó su propio mundo y sobrevivió al de
los demás.
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