lunes, 1 de abril de 2013

EPISTEMOLOGÍA APLICADA


Aquella voz, su voz, descendía desde su boca como si de un susurro se tratara. Se estaba impartiendo a sí mismo un seminario sobre teoría del conocimiento y, cuando esto ocurría, solía perder la noción del tiempo. Conforme avanzaba en el discurso su voz sonaba más consistente, casi logró entender la noción del tiempo, pero perdió el conocimiento. Al final de la perorata se acordó que podía reírse, pero como lo hizo con desconocimiento y a destiempo, el resultado fue una mueca horrible. Y es lo que tiene la epistemología aplicada a uno mismo: que se escurre y no hay forma de aprehenderla. 

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