jueves, 4 de abril de 2013

Y EL MILAGRO SE HIZO

Harto ya de mitades y de medias tintas, y apoyado en un “porque sí no más” que le sonó rotundo y definitivo, decidió poner fin a un estado de cosas en el que el sofoco inútil y el tedio se habían adueñado por completo de su existencia. Eligió el entrevero de un martes para abandonar el sempiterno sofá y entregarse por entero a un pasillo, una puerta y un portal que le condujeron a la misteriosa, cambiante y puta calle. Y el milagro se hizo.

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