Inconscientemente colmada, descubrió a la angustia
acurrucándose bajo sus sábanas de forma que tuvo ocasión de revivir aquello que
fue antes y después de ser. Y fue así como observó turbias imágenes nunca antes
imaginadas que se revolvían como posesas en su alma, y percibió lo equivocada
que estaba sobre la bondad de tanto y tanto cambio. Inconscientemente colmada,
añoró la calma chicha del abrazo tranquilo y el susurro que presagiaba la
siesta.
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