jueves, 8 de agosto de 2013

ALLÍ NO HABÍA MAR


Se encontraba en un lugar imaginario en el que las mareas mecían con dulzura un mar sin límites, una extensión infinita repleta de millones de azules, verdes esmeraldas y otros colores caprichosos y complejos cuya mera descripción llevaría vidas realizarla, y donde los seres y los objetos dejaban flotar sus almas transparentes en un esfuerzo inútil por evitar el roce y alcanzar la eternidad. En estas estaba cuando un frenazo le despertó y una masa de cuerpos en movimiento aplastó su cara contra el cristal del vagón. Allí no había mar.

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