El
solitario creador de todo, que resultó propenso a padecer desequilibrios en la
tiroides, reinaba en un orden universal que se le antojaba ineluctable y rara
vez tenía tiempo para entretenerse con pesadillas de serie B. El caso es que en
la madrugada de hoy aconteció lo extraordinario: una peculiar mezcla de aire
nocturno y de luz lunar produjo en su garganta una fragancia almizclada y un
sonido de oscura pesadumbre que atrajo hacia su boca todo tipo de pájaros y
lagartijas. No le quedó otra que masticar parte de lo creado, y en eso
consistió el milagro.
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