martes, 13 de agosto de 2013

NUNCA SE LO PERDONÓ


Para cuando se declaró inocente la tontería ya estaba hecha, y quizás por eso conviene levantar acta de lo que pasó. Lo que pasó fue que los mozos del pueblo cantaron y bailaron durante muchas horas alrededor del árbol, hasta que hubo uno, el de la tontería, que se subió a él y declaró su intención de no bajar bajo ningún concepto. Allí permaneció durante más de tres noches con sus días hasta que a la madre del arborícola, llegada la cuarta noche, le pareció que el asunto pasaba de castaño oscuro y decidió poner coto al espectáculo. Pasó mucha vergüenza y nunca se lo perdonó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario