Este
hijo de la luz buscaba desde tiempos inmemoriales un dios benevolente al que
pudiera venerar como patrono del buen orujo que salía de su alambique, pero
nunca lo encontró. En esa búsqueda, que estuvo salpicada de algún que otro
exceso etílico, fueron numerosas las ocasiones en las que tuvo la sensación de
hallarse en presencia de una divinidad, pero como quiera que no tenía costumbre
de levantar su frente en presencia divinidades, nunca supo de qué deidad se
trataba. En fin, que no le quedó otra que continuar con las pesquisas.
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