La superposición de sus huellas sobre la arena daba como resultado una sola
huella, si quieren una huella híbrida, irregular y extraña, una huella como
maltratada por el tiempo si me apuran, con una estructura parecida a la del
tamarindo y sólo apta para la intimidad en moradas de soledad y salitre. La
superposición de sus huellas sobre la arena daba como resultado un milagro,
algo así como un atracón de risas seguido de un revolcón, que presagiaba lo
mejor.
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