sábado, 24 de agosto de 2013

JARDÍN DE ALMAS


Durante todo el día no pasó nada. El tedio y el malestar habían echado raíces en aquella tierra de forma que, quien paseaba por aquél Jardín de Almas, parecía ser mecido por las olas de una oscuridad extraña mientras el sonido de la lluvia asaltaba sus oídos. En ese ir y venir de soledad en soledad, sus labios, que hacía mucho parecían haber perdido el poder de juntarse con otros labios, apenas si tenían otra misión que la de abrirse y cerrarse para emitir sonidos que, a través del eco, le confirmaran su propia existencia. 

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