Durante un segundo todo fue perfecto. Para que me entiendan diré que la
acción desarrollada durante ese instante se correspondería con un tiempo verbal
imaginado, una especie de pretérito putreperfecto, que se curvaba en el espacio
infinito a fuerza de silencio y a fuerza de oscuridad, y que no pudo ser
convenientemente degustado por su protagonista por la sencilla razón de que
permanecía en estado vegetativo persistente justo desde el segundo en el que
todo pareció ser perfecto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario