Se asfixia. Inexistente a efectos de su insomnio, los espantos de la
desmemoria hacen el trabajo sucio socavando su bajo vientre y permitiendo así
que las hijas de la locura se reproduzcan a su antojo. La inutilidad de sus
sentidos clama al cielo, y a ese clamor le sigue un eco sordo y sórdido que
empapa sus deseos. Ciertos vacíos concatenados, los más peligrosos, escapan al
exorcismo del silencio y del puro sentido común. Se asfixia más, y más, hasta
que despierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario