domingo, 22 de marzo de 2009

DEMASIADO NADA

Ciertas cosas siguen siendo como son. El cuadro de los ciervos bebiendo en la rivera de un río serpenteante e imposible sigue ahí, mal colgado sobre los restos del sofá que, un poco más grasiento y deshilachado, sigue siendo sin duda alguna el inconfundible sofá familiar de siempre. Ahí están también, como testigos de lo que digo, la nevera y los chorretones mezcla de grasa y polvo milenario que desfilan por su costado izquierdo. Salvo pequeñas variaciones en el dibujo del chorretón, juraría son los mismos que dejé cuando dejé la casa. Me pregunto si lo único diferente seré yo. Tuve miedo de resultar demasiado nada, y tuve que cambiar. Y cambié. Quería vivir una experiencia distinta. Ya no soy ese tipo aburrido e inocuo que no hacía daño a nadie. He mejorado bastante. Ahora soy normal. Bastante normal. Creo que todo el mundo está muy ocupado en ser personas maravillosas y no se han dado cuenta de todo lo que he cambiado, pero lo cierto es que he cambiado. De hecho, ya no soy el mismo. Por ejemplo, ahora soy yo y sólo yo la única razón por la que estoy aquí y no en cualquier otro lugar del mundo. Se acabó eso de jugar partidos que nunca ganas. Otro ejemplo: ahora me siento bien. No como antes. Especialmente cuando saco la catana de la saya me siento bien. Es curioso, no hay nadie en casa pero me siento bien.

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