martes, 3 de marzo de 2009

MARTES 00:00

Recuerdo que fue un día aciago y de mal agüero en el que le dieron con la del martes y le dejaron ahí, enlutado y más tieso que un higo seco. Y es extraño que, con la que está cayendo, los recuerdos me lleguen a tanto, pero casi juraría que hoy fue martes también, uno de esos martes de hierro en el que las sílabas sonámbulas se volvieron a levantar, como cada mañana, para inventar el mundo. Lejos de aquí también era el día de Marte, y según cuentan los que saben de esto, una marejada de negra luz se adueñaba desde bien temprano del tercero de los planetas. Seguro que a estas alturas ya se habrán dado cuenta de que, quiéranlo o no, ha sido martes, es martes, y de que lo seguirá siendo si alguien no logra evitarlo durante lo que resta de martes. No ha sido, eso si, martes de carnaval, ni me han pedido en matrimonio ni me he embarcado en más aventura que la de contar una tras otra las cansadas bocanadas que me despiden del aire por el que paso. Teniendo en cuenta que hay quien miente todos los martes, no está mal. Yo no miento nunca. Los martes tampoco. Comencé el martes a las 00:00 a la luz de una vela haciendo oficio de la lectura. Me decía mientras leía que pudiera ser que los Mavericks visiten a los Spurs este martes, o que Moratinos se vuelva a ver con Clinton, también en este martes, o que buscando ya los tres pies al martes pudiera darse la circunstancia de que fuera este martes el día elegido para que Martes y Trece entrevistase una vez más a Isabel Pantoja. No sé, la verdad, cómo han ido las cosas. Confió, eso si, en que el Silencio y sus doscientos veinte cofrades no hayan procesionado hoy porque, no siendo martes santo, el error hubiese sido mayúsculo.

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