martes, 31 de marzo de 2009

CURVILÍNEA PEREZA

Rotatorias, insistentes en su verdad, son las esferas silentes las que, errabundas, nos anuncian la larga noche del mundo, aquella en la que muere la muerte de muerte lenta y natural, y pareciera como si en su morir quisiera arrastrarnos a todos y a todo. Con un candelabro acuestas a modo de deleznable crestón o, mejor aún, de alto farallón lumínico, busco las incertidumbres escondidas que tienen por misión ocultar la revelación, y por visión corporativa la de un huerto claro que conduce a la boca de una loba. Nada serio. Voy al encuentro con la hora precisa hasta que ella y yo tropezamos al unísono explotando en nudos de curvilínea pereza. Navego ahora de su mano, como la arena que habita en los vórtices del aire. No se está mal.

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