domingo, 29 de marzo de 2009

PREFERIRÍA NO HACERLO

Preferiría no hacerlo, pero no puedo por menos que detener la mirada en el cielo y en las plantas, preparándome así para unirme a los minerales. Lo dicho, estando bien dicho y resultando condición necesaria, no parece empero suficiente para explicar el complejo problema de las preferencias negativas. Capaz como soy de apreciar la indescriptible belleza de los lirios, me gustaría ser capaz al mismo tiempo de recordar a cada paso que doy la socorrida frase de aquel que dijo que preferiría no hacerlo, que dada su tendencia incorregible a la desolación, que hago mía, preferiría no hacerlo. No importa el qué, pero preferiría no hacerlo, que es como decir que, a ser posible, preferiría dejar las cucamonas, muecas, mañas, dengues y melindres para otro momento, que preferiría no dejarme arrastrar sin más por la ruta cruel de unas ramas secas condenadas a viajar a través del agua hacia los confines de la noche, o que, dicho de otra forma, que preferiría, en fin, no terminar amaneciendo sin más entre unos lúgubres mares de arena que resultaron ser metáfora evanescente de la muerte. De verdad que, preferiría no hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario