domingo, 29 de marzo de 2009

GEOMETRÍA DE LO CONCRETO

Aquel que no tiene aún recuerdos claros sobre el día de su muerte, de si llovió o si por el contrario el aguacero se hizo presente, deambula su pena de olvido e inconcreción como aquellos transeúntes que sin dinero en el bolsillo navegan absortos y entregados a un mar de relucientes escaparates sin saber muy qué hacer, más allá de continuar en su pendular desplazamiento y en la ensoñación. La geometría de lo concreto constituye la base estructural, orgánica y casi diría que hasta masticable que nos permite vivir el milagro de la invención del día a día de un modo soportable para la conciencia y sostenible en el tiempo. Es la solidez compacta y material que anida en el alma de lo concreto, es todo aquello que de humilde y exacto habita en el acto de la concreción, lo que nos permite digerir el eco perpetuo y permanente de la ondas de luz vacilando entre el ser y el no ser, entre querer ser y el deber ser, entre el saber ser y la necesidad de ignorar a otro ser como única posibilidad de seguir siendo. Bendita concreción aquella que, al fin, solidifica los sueños convirtiéndolos en piedras, arrastra a las ilusiones de sus quiméricas cuevas hasta transformarlas en aceros, y trenza las palabras en sugerentes mallas de madera y vidrio que explotan atragantándose y haciéndose carne así en las entrañas del lector. La no menos precisa tentación del fracaso se agiganta ante mis ojos y en la pantalla sólo aparecen signos de espuma.

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