miércoles, 18 de marzo de 2009

QUEHACER

Abandoné mi estampa y dejé a la angustia descansando en algún lugar de mi pecho. Y es que quererte hacia adentro en alma y carne viva tiene estas cosas, que me desgasto en el quehacer del querer, no como antes, que tenía la queja entre mis principales quehaceres, y todo era como un quedarse atrás, o un quedarse de espaldas pero con alguna cosa en el cuerpo, o un quedarse en blanco o in albis, que lo mismo da que da lo mismo, o una especie de quedarse helado entre los renglones del mundo por miedo a quedar a deber algo a alguien, o a quedarme para vestir santos. Lo veo en el lienzo. Cielo con cielo se dan la mano y el rojo sangre se difumina en el azul cinabrio, que ahora es gris, y rosa bermellón, y todo eso eran antes de que fueran llamados por la luz y los arrebatos de otros cielos lejanos e implacables, de otros marcos inmensos, celestes y abandonados. Cenit de ovalados edenes. Quehacer de ti. Trasunto de mí y de lo que antes de nada fui.

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