sábado, 25 de julio de 2009

REANIMACIÓN

Parasitario y brutal como dicen que soy, si tuviera que plasmar mi visión del universo utilizaría el grafito y algo de papel para dibujar una tormenta permanente, una boquita de confines ilimitados, una caja de zapatos a modo de ostentoso ataúd, la imagen aquella que aún me persigue de la langosta pegada al teléfono, y un retrato de esos de a 25.000 dólares perteneciente a alguien perfectamente desconocido. Lo haría con gusto, me refiero a lo de plasmar mi visión del universo, pero la verdad es que no tengo permiso para hacer ninguna de las cosas que les he descrito. Además, estoy tumbado en el sofá y desde aquí es difícil hacer nada, con permiso o sin él. Cuando mi cuerpo se reanime, sé lo que pasará: notaré cierta gusilla en el estómago, gusilla que transcurridos unos minutos quedará definitivamente transformada en un hambre feroz. El crepúsculo hará el resto. Se lo tienen merecido. Me prometieron que nunca me dejarían solo, y ya ven.

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