lunes, 18 de enero de 2010

DECIR AIRE

Decir aire. Escribirlo. Aire. Escuchar la pesada respiración de la palabra, y volver de nuevo a la asfixia. Y volver atrás para volver a decir aire. Y volver a escribirlo. Aire. Juego así casi sin querer a la estrategia del no-lugar, y me embebo del irremediable transcurrir de las palabras. El castigo no tarda en llegar y acuclillada, cumple la mentira su promesa tabernaria arrastrándome de los pelos al centro mismo del llanto. Miente la mugre, y miente también el tiempo cuando me promete silencio eterno. Boqueando, llegan a mí los males en busca de remedios, a mí, que vivo paralizado en el vértice mismo del infinito por el efecto consciente de lo irremediable. No me sueltes por banda. Dispón de mí como yo digo aire. Escríbelo.

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