viernes, 15 de enero de 2010

NOCHE

Noche pura e inhabitada ésta, donde tiene lugar la húmeda espera. Y es entonces cuando llegan a mi los espectros de sombras despeñadas y un tiempo crecido en opacas ciénagas. Y llega también el inconfundible rumor de las estrellas y de las noches lluviosas donde esas mismas estrellas se ocultan y parecieran no haber existido nunca. Tinieblas rotas por el relámpago sediento de luz. También las tinieblas llegan a mí. Y las raíces de estambre fermentado que obstruyen las arterias de los roídos planetas a los que me entrego. La negra altura de infinita bóveda negra que mide con justicia y rigor el insignificante testimonio de mi respirar también llega a mí, y llega dispuesta a quedarse, como otrora llegaron y se quedaron los iracundos torrentes de barro tierno y sangriento que una vez seco dan pie a la molienda y a las extendidas harinas de las que me alimento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario