jueves, 7 de enero de 2010

LA GOTA

Presentida la congoja, guárdate bien de los seres que fuiste y del recuerdo del primer olvido. Te crees a salvo y protegido por la magia de la palabra hacedora de mundos, la misma que a un gesto tuyo vuelve por sus fueros y actúa como un cuchillo de luz que rasga las sombras. La arena paciente enquistada en los ventanales de tus ojos te anima a repetir el agonizante llanto de lo imposible, pero te lo digo ahora que aún estás a tiempo: no te engañes ni engañes. Indiferentemente bello, el durmiente que eres mancha de humedad los vacíos muros del tiempo y se recrea en el exacto sueño de los signos mudos. Los cantos de sirena de los virus desmemoriados te hacen olvidar la gota de agua salada que desde el lagrimal ve la luz y se dirige furiosa al cortejo de los perros muertos. No te olvides de la gota.

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