sábado, 30 de enero de 2010

DELEITE

Siento sueño y aún así, somnoliento y todo, comunico mi inquietud a las cosas sin otro teclado que el que nace del insomnio. Conciencia dormida soy, temblor de pobre repartidor de nombradía y sustancia escrita. Y deleite. También soy deleite, ese deleite que nace del gusto por ayuntar una carne con otra, un hueco en otro hueco, mestizando los colores de la lluvia con el carmín de la vida, un deleite capaz de recrear un día tras otro la necesaria eternidad mientras el sol menguante cae sobre mis hombros. Soy pues mi propio dios, el mismo que ingrave se funde contigo en la confusión que me es propia. Y porque soy dios también puedo ser pájaro, pájaro que viene a ti cuando duerme el viento para recordar contigo el alado sentido del vivir, y para fundar los livianos murmullos de piropos, y para cantar contigo los invisibles timbres de la espuma, hasta que un día más seamos capaces de convertir las llamas en palpitantes ascuas rojas que nos iluminen por dentro, y así, calentitos, poder dormir cuando sintamos sueño.

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