Escondidos en los reversos de las piedras, los muertos nos lloran. Algún día, ensimismado en la negra revelación, también yo dormiré el plácido sueño de las piedras y lloraré por vosotros. Miraré el espejo y no veré sino el espejo. Mi vaho no se hará presente y en el sitial donde albergo para siempre las señales de mi aislamiento acumularé los sacos de almendras que son como mareas de misterios. La verdad aparecerá desnuda de toda desnudez: entre el principio y el final apenas si existe un hálito de estambres que el alma vertiginosa recorre veloz. Pero ya será tarde. Escarbaré en las sombras de las alegrías contráctiles y la náusea que me habita se beberá toda la luz. Pero ya será tarde. Las estancadas aguas del Leteo fabularan sobre lo que no fui y mis carnes de esponjas encallarán entre las fisuras de las tinieblas. Voy hacia el naufragio.
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