miércoles, 14 de octubre de 2015

CALLOS CON GARBANZOS


Servía de adorno a sus ojos una clase de arrogancia particularmente frágil y efímera. Quizás por eso, tenía la fea costumbre de abrir mucho los ojos y de sentirse extrañamente triste. Hoy, bañado por el sol de un otoño incipiente, rezaba para que su luz los salvara. Pero ni modo. Horas más tarde murió, para escarnio de sus ínfulas refinadas, con motivo de un vulgarísimo atracón de callos con garbanzos.

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