Tizne de luz brillante, nube de mariposas amarillas, girasoles y
café. Reconozcamos que, en ese contexto, no era fácil resolver la raíz cuadrada
de la luna, sobre todo si vivías en un barrio repleto de calles rectas, almas
torcidas y zapatos rotos. En realidad lo que ocurría es que él vivía en su
mundo, pero el mundo no parecía dispuesto a esperarle. Con todo y eso, cuando
le tocó, miró hasta por seis veces a su padre muerto. De entre las muchas cosas
que le extrañaron de aquel cuerpo destacaba su rigidez, en contraposición con
sus uñas, que no paraban de crecer.
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