Al igual que nada dice el temblor del agua acerca
de su perseverancia ni de su poder, ni de los minerales desterrados que huyen
luz adentro hacia el origen mismo de sus entrañas, poco o nada tiene que ver
aquel murmullo de sauces desleídos por los años, con ese fulgor de ayes,
maldiciones y jadeos que llegaban a mis oídos y que expresaban bien a las
claras lo lejos que estamos del paraíso perdido.
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