miércoles, 21 de octubre de 2015

TEÓFILO GUZMÁN


Tales ojos de ternura le echo a aquel saxofón don Teófilo Guzmán, filarmónico y cerrajero de pro, que el dependiente enternecido no pudo por menos que invitarle a entrar. Sin embargo, ni las indescifrables invocaciones de agradecimiento que musitaba al ingresar en aquel templo de la armonía, ni su insobornable amor por los soniquetes y sinfonías, podían ocultar una evidencia que se abría paso en su corazón: aquél no era su lugar. Demasiado reluciente. Demasiado bonito. Demasiado caro. Miró como de soslayo y, con las misma, más feliz que cuando entró, se fue por donde vino. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario