Esa
tarde el viento iba contigo, pero no te hagas ilusiones. El viento se va con
cualquiera. Basta un poco de suerte y algo de vino para que te lleve en
volandas hacia la tempestad más próxima. En el camino te sientes ágil, parece
que vuelas, y poco importa el sentido de la marcha si nunca sales de allí
donde reina la sed, el sueño es narcótico y la fe ciega. Te sientes como
embriagado pero el final no es otro, y tu lo sabes, que el vértigo indócil y el
hermético resplandor de la ceniza.
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