martes, 20 de octubre de 2015

DIOS


Creo que son pocos, muy pocos, los que a estas alturas del juego ponen en duda la naturaleza divina de mi ser ¿Para qué? Como me conozco puedo decir con conocimiento de causa que soy un dios sencillo, un ente amable y poco belicoso, un dios de andar por casa, una deidad discreta al fin, lo que me aporta mucha tranquilidad y pocas subvenciones. Además, y por motivos estrictamente contractuales, he resultado ser un estricto desconocedor de la muerte, razón por la cual estoy dotado -en eso no hay porque engañarse- del engorroso don de la inmortalidad. Ni que decir tiene que yo también tengo hijo y tengo espíritu, de modo que me creo en posesión de los atributos necesarios para servir de entretenimiento a todo tipo de dependientes, niños y viudas incluidos. A veces me aburro, pero qué le vamos a hacer. La gestión de lo eterno también tiene sus inconvenientes.

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