jueves, 29 de octubre de 2015

CLÍNICA DENTAL


Una tarde en la que el frío parecía azulado y la lluvia caía como escorada y herida por las ráfagas de un viento inmisericorde, una tarde de perros en fin, dormitaba nuestro héroe sobre el sofá, algo distraído y más despeinado que de costumbre. Aun así, ni el duerme vela en el que se mecía, ni lo inclemente de la tarde, ni su haraganería innata, le impedía hojear con calculado descuido la publicidad de aquella clínica dental. Este folleto excitó su psiquis de modo tal, que no paraba de darle vueltas en su pelota a la posibilidad de crear un nuevo alfabeto que explicara ese mirar sin ver, ese silencio irreal que era puro metal de prótesis y luz de luna, la nívea blancura de aquellos dientes que, más que dientes, parecían brillantes escuadrones de mármol dispuestos a triturar el tiempo y la vida, y que no podrían por menos que eyacular hermosas palabras repletas de espuma y sal.

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