jueves, 15 de octubre de 2015

LOS LABIOS QUE LE INVENTAN

Convertido en el ser que nunca quiso ser, logró por fin deshacerse con la lengua el nudo de la corbata, sólo con la lengua, y salir a la calle como un pincel. Afuera le esperaba lo de siempre: el relámpago azul, los remolinos de plástico, y ese ramillete de canciones que nacieron muertas y muertas permanecían treinta años después. A semejanza del mar, no podía parar de tararearlas, y a diferencia de él, le impacientaban sus posibles significados ocultos. Se subió al siete, el de la ruta del vientre, y al vaivén de las invisibles alas del sueño se quedó dormido una vez más, imaginando los labios que le inventan cada noche.


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