lunes, 5 de octubre de 2015

UN NERVIO SIMPÁTICO


La respiración de aquel cuerpo invisible, uno de esos entes que al principio no se ven pero que algo te hace percibir que están ahí, no aportaba información suficiente a propósito de su rostro felino y escurridizo. Tampoco decía nada sobre la piel extremadamente sensible que lo recubría, de modo que palidecía o se ruborizaba según las circunstancias, haciendo gala de una inocencia natural difícil de encontrar en lupanares de tan baja estofa como este donde, si nada lo impedía, iba hacer noche. De su corazón baste decir que su existencia se presumía y que, como de costumbre, un nervio simpático le hacía latir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario