Con el alma seca como la mojama, flotaba a la deriva de una
atmósfera húmeda que tenía, quizás por eso, algo de sobrenatural. Temblaba
cuando se sentía a solas consigo mismo, pero eso nada tenía que ver con el
clima. Tumbado en la hamaca se miraba y pensaba qué desastre….respiro tan
mal…claro que no llego a roncar, eso sí que no, pero ando cerca. Cuando giró el
cuerpo hacia la izquierda observó la limpieza de los calderos, relucientes
gracias al trabajo de esa mezcla peculiar de sal y arena que tanto abundaba en
aquel lugar, y sintió que todo estaba en orden.
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