Es
hora ya de que los errados levanten el vuelo escapando así de la polvareda de
cicatrices que tanto les agobia, y de que aquellos que forman parte de los
grupos de riesgo empiecen a vacunarse tomando la miel y el limón de los labios
que tengan más a mano. Es hora también, y con esto finalizo el parte horario,
de que el rayo deje de transmutar su impotencia en esa ira que no sirve sino
para empañar los espejos.
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