lunes, 6 de abril de 2009

TIEMPO Y SER

Ocupo mi lugar en el tiempo observando cómo el bien de su caricia se hace raíz en mí, y a veces, tonto de mí, ocupo el tiempo llevando la cuenta de los minutos olvidados, de las horas intrascendentes, de los días perdidos y de los meses grises, hasta que caigo en la cuenta del engaño y ocupo de nuevo mi lugar en el tiempo, observando de nuevo cómo el bien de su caricia se hace raíz en mí. A veces es el tiempo el que ocupa su lugar en mí, haciéndose raíz en el ser que soy, que es la forma que el tiempo tiene de ocuparse de mí. Eso digo sobre el tiempo. Sobre el ser digo que creo ser aprendiz de libro y tengo, por tanto, la casi certera sensación de no ser nada, apenas si un trocito de a, de, ene difícilmente reconocible entre las miríadas de peces que se desplazan de la nada primera, a la segunda y definitiva nada. De casi no ser nada no es difícil pasar a ser casi algo, un casi algo acurrucado al calor de su carbón para terminar así, como quien no lo quiere la cosa, siéndolo todo, un todo capaz de dar aliento al mundo, o de obstruir sus agallas si el mundo fuera un pez y tal cosa hiciera falta. Eso digo sobre el ser.

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