Mezcla de vino y chicha, gustamos Chavela y yo de emborracharnos con chabela. El asunto se desarrolla más o menos de la siguiente forma: Chavela viene a España y, mientras Lorca toca el piano, bebemos hasta que roba mi corazón a punta de pistola, todo ello a la espera de que el pájaro amarillo nos despierte a todos y llegue la fea cosa del morir. Llegado ese momento, Chavela abre sus brazos y nos redime a todos del inútil sufrir.
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