domingo, 29 de noviembre de 2009

GUISO DE OTOÑO

Cuando el mundo decide estar contra ti es muy difícil cambiar eso. Hay que tener en cuenta que ellos, todos los que forman parte del mundo, han invertido mucho tiempo y esfuerzo en ponerse de acuerdo contra ti y no van a cambiar así como así, como quien dice de la noche a la mañana. Son muchos y la cosa no es fácil. Fuera de ti, es la bruma la que manda, de ahí que debas centrar tus fuerzas en cuidar lo que ocurre por debajo de tu epidermis, más allá de cada víscera concreta, ya que las fiebres y los temblores pueden empezar en cualquier momento. El mundo no está contra ti en vano. Fluyes libremente en tu escribir, todo lo libre al menos que puede fluir un espíritu embutido en su materia, y por eso te crees libre; eres capaz de sujetar una pulga entre el pulgar y el índice procediendo a renglón seguido a su destrucción, y por eso te crees eficaz; te indignas, con la indignación máxima que puede alcanzar un cuerpo de uno setenta y cinco de estatura y sesenta kilos de peso, y por eso te crees digno; cuando el rayo de luz se posa sobre el templo te llegan noticias de los dioses, y por eso te crees amado. Atiende éste consejo: si quieres sobrevivir, no debes perder de vista que tu libertad, tu eficacia, tu dignidad y hasta el amor que crees recibir son asuntos que acontecen en un mundo que ha decidido estar contra ti. Y ahora, te ruego que me digas si a este guiso de otoño que acabas de probar le falta sal o le sobra dolor.

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