lunes, 9 de noviembre de 2009

LUIS ESTARLIN

Le llaman y no quiere venir. Luis Estarlin no quiere venir a este mundo bronco y neumónico repleto de muros de silencio circular. Dice en su comunicado de escueto silencio que sin agua corriente en el hospital no quiere venir. Gira sobre su cuello el cordón que le alimenta para dejar claro que no quiere venir, pero al igual que no deja de resultar asombrosa la verticalidad de la luz cuando se posa sobre la piedra en la que rezo, de igual forma no deja de asombrarme la piedad de este muchacho para con los suyos cuando finalmente accedió a venir. Así pues, en visita obligada de leve permanencia, finalmente llegó, y llegó para descubrir el vacío que habitaba en el centro exacto de aquel vientre. Y como en un suspiro, fue llegar e irse. Y el mundo se llenó de tristeza. Su recuerdo, cierto en mi memoria, hace que de vez en cuando regrese para ver dónde estoy y poder seguir así conmigo y con él siquiera un día más, pero rara vez me encuentro, o si me encuentro no me reconozco, o si me encuentro y me reconozco entonces no atino a decirle que me encontré y lo caro que están las pequeñas cajas blancas en las que entierran a los muchachos sin edad, y así créanme que no hay forma humana ni de volver a nacer, ni mucho menos de hacer renacer la luz de las cenizas.

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