sábado, 31 de octubre de 2009

HACIENDO ESES

Hoy no voy a hablar de ese sonido consonántico fricativo y sordo que va por ahí haciendo eses, ese mismo que lleva en su cuello el eslabón de una cadena que me resulta familiar. Y no voy a hablar de ese ni de aquel otro por la sencilla razón de que no quiero volver a señalar nada de lo que acabo de mencionar, por muy cercano que esté de mí y de todo lo que represento. Ya está bien. Bien mirado, no conozco al hombre ese, cualesquiera que fuere ese, y el hecho de que luzca el signo de la ese atravesada por un clavo no significa nada para mí. Apicoalveolar o predorsal, definitivamente, yo no soy ese que tu te imaginas. Negada la ese, debo decir también, porque es mi obligación, que " lo ómbre i la muhére " que pretendan decir su silbante nombre deben dejar abiertos los labios y retirar hacia fuera tanto el aliento como la lengua. A continuación, basta con herir con esa misma lengua el paladar y los dientes, y ya está. Se hizo la ese. O la santidad. O el silencio propio del SS antes de rematar al esclavo.

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